PARQUE
BERRÍO, UN IMPORTANTE ÍCONO URBANO
Muchos
recurren a la búsqueda de lugares silenciosos y calmados para descansar, mientras
otros sin importar el tumulto y la algarabía, hallan tranquilidad en uno de los
parques más transitados y significativos de nuestra ciudad: El parque Berrío. Si
bien, este lugar es importante por evidenciar un amplio legado cultural, no
podemos olvidar que representa el corazón geográfico de nuestra ciudad,
convertido a través de las generaciones en uno de los principales puntos de encuentro
para los antioqueños.
Quién
se ubique en la parte de arriba de la estación del metro y dirija su mirada
hacia este sitio, seguramente verá solo un lugar de gran concurrencia, pero
quien se acerque no solo se hallará entre personas de un nivel socio económico
medio-bajo que trabajan o descansan, sino que entrará a un sector que cuenta,
que transmite y refleja una gran transformación cultural.
El espacio
que ahora conocemos como Parque Berrío, fue llamado inicialmente la Plaza
principal y su historia está unida a la iglesia de la Candelaria, que se
construyó en 1649; un templo de culto católico de estilo neoclásico consagrado
a la virgen María. El 8 de Diciembre de 1970, ésta construcción colonial recibe
el título de Basílica menor, otorgado por el papa Paulo VI y el 31 de julio de 1998 fue declarada la edificación Monumento
Nacional del país.
Eran
las familias más distinguidas de la ciudad quienes vivían alrededor de este
parque, escenario de las principales actividades públicas y políticas, que
luego se convirtió en un importante sector financiero. Tal reforma se dio
después de derribar las antiguas casonas para permitir la construcción de obras
modernas, en las cuales se instalaron sedes bancarias y de comercio.
De
esta manera inició la transformación de uno de los principales lugares de
nuestra ciudad, las zonas verdes que caracterizaban nuestra tierra empezaron a
modificarse hasta llegar a la pérdida de identidad que hoy atravesamos.
La
mayor modificación realizada en éste lugar, se llevó a cabo a finales de la
década de 1980 y principios de la década de 1990, cuando se instaló la estación del metro,
después de un arduo proceso de rediseño.
La estación Parque Berrío es la estación
sencilla con el mayor volumen de usuarios de todo el sistema. Se sitúa por
encima del cruce entre Colombia y Bolívar, está de frente por el lado de la
Plazuela Nutibara al Palacio de la Cultura, al Museo de Antioquia y al Hotel Nutibara. La
sede de la Corporación Universitaria Remington, la Iglesia de la Veracruz y la Basílica Menor de
Nuestra Señora de la Candelaria son los sitios importantes que se encuentran en el sector. La
escultura El Desafío, del Maestro Rodrigo Arenas Betancourt es de fácil apreciación en este sitio, pues
está ubicada en una esquina de gran concurrencia, mientras que en la esquina
sur-occidental se aprecia La Gorda, nombre que la gente ha otorgado a la
escultura monumental del Maestro Fernando Botero.
Gracias
a la estatua de Pedro Justo Berrío, una de las principales
figuras políticas de la región en el siglo XIX, inaugurada El 29 de junio de 1895, La plaza principal cambió su nombre por “Parque
de Berrío” y es así como llamamos actualmente al lugar de encuentro para muchos
adultos mayores que alrededor de dicha figura ubicada en todo el centro, se
sientan diariamente a conversar con personas contemporáneas, a discutir temas
que sin lugar a dudas están relacionados con la situación política y económica
que vivió nuestro país comparada con la que ahora atravesamos.
Es
claro que las zonas verdes que antes rodeaban la plaza y hacían que nos
caracterizáramos como los montañeros amables y pujantes ahora son las bases de
grandes construcciones realizadas pensando en el progreso, pero que lamentablemente
imitan estilos de naciones totalmente diferentes a la nuestra.
Con
seguridad, no solo ha cambiado la parte física. Las pudientes y distinguidas
familias que anteriormente habitaban en los alrededores del parque, se han trasladado
a otras zonas de Medellín, dejando estos espacios para actividades de comercio.
Son
personas de bajos recursos económicos quienes frecuentan este lugar, se reúnen para
trabajar generalmente lustrando zapatos, vendiendo ropa económica y alimentos,
pero al mismo tiempo se han convertido en promotores de seguridad ciudadana
gracias a las capacitaciones que reciben constantemente para ser ejemplo de
buen comportamiento y poder portar la camisa verde y negra como un uniforme que
manifiesta su compromiso con la ciudad. Así, los diferentes trabajadores del sector se
unen para continuar la transformación del lugar que en ocasiones es tildado por
su inseguridad, pero que sin lugar a dudas ha mejorado dejando claro que el
Parque Berrío es un importante ícono urbano que merece reconocimiento y un
seguimiento constante que garantice su progreso como símbolo de nuestra ciudad.
Luisa
Fernanda Arias
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